El bienaventurado Carlo se presenta ante mí. Sonríe en el amor de Nuestro Señor y en la belleza de su corazón, unido al cielo en esta tierra, colmado por la santidad del espíritu de su alma.

Ahora dice, "Hijo mío, acude a Jesús cuando estés necesitado y él te ayudará siempre. Él te espera siempre, como yo te espero cada día para que vengas a mí en su amor y yo pueda ayudarte. No te he dejado desde el primer día que vine a ti. Ahora estaremos unidos de nuevo por toda la eternidad, porque estaremos unidos en el amor de Jesús.

Tu corazón cuando eras niño era muy parecido a mi corazón, hijo mío. Él te ha estado preparando en su amor desde hace muchos años para que cumplas lo que desea para su gloria final, la gloria de su venida al recibirlo y compartir estos mensajes de amor para que su pueblo se eleve en santidad mediante el arrepentimiento y la búsqueda de vivir sus vidas para Dios, que es fiel y todopoderoso.

Deseo que la gente siga viniendo a mí, para que yo pueda ayudarla. Espero con alegría recibir sus corazones".

Sí, Carlo, comprendo. Que la gloria del amor se cumpla a través de ti y del amor de Jesús en la Sagrada Eucaristía'.