Nuestra Señora dice, "Hijo mío, éste es el día que ha hecho el Señor. Alegrémonos juntos y regocijémonos en Él y en el milagro de la vida que te ha dado, para conducirte por el camino de la vida eterna dentro de nuestros corazones, en la alegría y el misterio de su amor.

Sí, deseo que no sólo me recibáis por la noche, sino durante todo el día. Y digo gracias a los que amo que se ofrecen como sacrificio para cumplir también esta obra. Os digo que os amo a cada uno de vosotros y os doy las gracias desde lo más profundo de mi Corazón Inmaculado."

La Virgen aparece ahora con las manos levantadas al cielo, levitando en un cielo claro y azul. Ella está en éxtasis con los ojos cerrados, el rostro irradiando el amor de Dios.