"Hijo mío, entrega tu corazón a la gloria de mi amor y permanece conmigo esta noche ante mi santa Cruz".
Ahora tengo la visión de la Cruz en el Monte del Calvario. Está hecha de oro, no de madera, y brilla intensamente para los corazones de los hijos de Dios, para que podamos tener la victoria de nuestra fe en nuestra salvación por medio de Él y el perdón misericordioso de nuestros pecados.
'Sí, arrepentíos, arrepentíos, hermanos míos, y volved vuestros corazones al amor de Jesús en todo lo que desea daros y a sus bendiciones de misericordia.'
"Sí, hijo mío," Jesús dice ahora, "Siempre estoy esperando para ofrecer a mis hijos un cáliz de las aguas de mi misericordia, pues éstas son las aguas de la vida eterna que siempre alimentarán su alma para darles fuerza.
Sí, vuelve a casa ahora y confía en mí".
Sí, mi Señor.
"Como ves, en el encuentro de ayer con las almas, seguí cumpliendo mi obra dentro de sus corazones para acercarlas a mí. Todas las cosas tienen un propósito según mi voluntad. Así pues, ofrece tu corazón y tu amor a todos con bondad y comprensión. Y tu camino a través de la compasión siempre será cumplido por la luz al ser una luz para muchos".