Nuestra Señora ha estado esperando y ahora dice, "Hijo mío, ven a mí y deja que yo, tu madre, te lleve de mi mano cada día dentro de la misericordia del corazón de mi hijo".

María sostiene una Cruz de oro en sus manos, suavemente en sus palmas, como una ofrenda a mi corazón, una ofrenda de amor y del poder del sacrificio de su hijo.

'Señor mío, guíame dentro de tu corazón, dentro de las manos de tu madre y de ti'.

"Sí, hijo mío, te guiaré en la gloria de mi amor.

Ve, hijo mío, y cree que la fuerza de mi Espíritu está contigo. Ve con gran amor por los que me necesitan y alégrate. Sí, alégrate por todo lo que es bueno para los corazones de mis hijos".