Nunca soportaré ser derrotado en el don de la fe que se me ha dado. Nunca soportaré perder la esperanza, porque el don de la esperanza es gratuito, y sólo soportaré levantarme en amor contra la oscuridad del enemigo que ha intentado derrotarme.

Estoy fatigado y cansado, desgarrado de mis batallas. Pero no temeré. Aunque camine por el valle de la sombra de las tinieblas, no temeré mal alguno. Señor, protégeme de todo mal y te digo en el nombre de Jesús, al aparecer ante mí, huye enemigo de Dios, Satanás. No tienes lugar aquí, pues Cristo tiene la victoria y tú estás perdido para siempre.

Seguiré adelante; seguiré adelante con la Cruz en mi corazón. Caminaré en el amor, y no temeré.

Que seas glorificado, Señor, por el misterio de salvación que nos has dado, para que vivamos la realización de este misterio de tu amor en nuestros corazones para redimirnos y colmarnos de tus gracias.

Ahora tengo una visión de rosas de gracias, de gracias rosadas que brotan con alegría. De mis palabras, recuerdo aquellas rosas de gracias que verdaderamente planté por primera vez en los días antes de que Nuestro Señor y Nuestra Señora vinieran por primera vez a mí en un jardín de amor que planté con la esperanza de la redención de mi alma.

Oh Señor mío, que la fragancia de estas rosas celestiales sea como un perfume para la curación y la esperanza de mi alma cada día. Te amo".

Jesús dice, "Yo también te quiero, hija mía".

Señor, tú conoces mi corazón y conoces todas mis necesidades. Te las presento ahora y te doy las gracias por todas las bendiciones que me has concedido a lo largo de mi vida y que recibiré hoy y en los días futuros para tu gloria. Que las utilice para el bien, para el bien de tus hijos".