Jesús: No temas. Yo estoy siempre contigo para ofrecerte mi luz. Yo soy la gracia eterna que brilla en las tinieblas de la desesperación para que todos los hombres conozcan la gloria de mi voluntad.
Me entristecen todos mis hijos que eligen negarme. Mi corazón se aflige por aquellas almas que niegan la voluntad de mi Padre y reniegan de mí como su Salvador. Mis hijos deben llegar a conocerme si quieren salvarse. Deben llegar a aceptar mi voluntad siendo obedientes a mi llamada. Cada día, llamo a todas las almas a la misericordia de la gracia para que mi luz celestial llene sus almas de paz. Sabed que estoy con vosotros. Cuando haces estas cosas en mi nombre, aunque tengas miedo o sientas que has hecho el ridículo, son bendecidas. Debes tener fe en que te conduzco por el camino que más me agrada. Debes vivir para responder a la llamada de mi palabra.
Yo te mostraré el camino, pero no debes caminar con nadie excepto conmigo. No debes desviarte, porque al hacerlo te cegará la oscuridad. Que sepas que cuando caminas conmigo, caminas en la fe. Ten fe, hijo mío, en todo lo que haces y en todo lo que te doy para que llegues a conocer la gloria de mi voluntad.
Yo soy el poder divino de la luz. Todo lo que hagas en mi nombre por humildad y amor será iluminado con la alegría del Espíritu, produciendo los frutos de mi gracia. Confía en mí para que sea tu luz de paz.
Confía en mí y en la gloria de mi amor por tu pueblo.