"Mi querida hija, cuando uno pide perdón, eso cambia todas las cosas. En mi misericordia, trae calma y paz al alma que ha sido ofendida o que ofendió. Y también trae paz a mi corazón y a mi alma. Por eso me sacrifiqué por el perdón de todos los pecados según mi misericordia.
Sí, mi querido hijo, alégrate. Alégrate según mi misericordia y mi amor, y sé siempre capaz de acudir a mí para que yo traiga luz y vida y alegría a tu alma, hijo mío.
Sí, la paz de mi misericordia es para todas las almas necesitadas. Llamo a todos mis hijos que necesitan la alegría de mi misericordia. El mundo de hoy necesita el perdón de mi amor. Para traer la paz a los corazones de los hombres y poner fin a estas guerras actuales por las que me entristece sobremanera que mis hijos se hayan matado unos a otros y sigan matándose unos a otros.
Debes continuar con los líderes, hijo mío, llamándoles a traer la paz. Y yo seguiré abriendo las puertas de sus corazones para recibirte. Mira la belleza del mundo que he creado. Los corazones de los hombres continúan negándome y por lo tanto, no pueden ver la belleza y el valor con respecto a mi divina voluntad de toda la creación."
Ahora estoy teniendo una visión de pájaros amarillos que aparecen en un racimo de vuelo ante mí. Son pequeños pájaros amarillos, pero fuertes y poderosos en su movimiento. Tan estrechamente unidos sin tocarse ni distraer el vuelo de su dibujo circular y caprichoso.
Nuestro Señor continúa diciendo, "Hijo mío, te las he traído como mi madre trajo las flores amarillas, las rosas de la alegría. Te las traigo para que sigas vislumbrando este mundo a través del don que te he dado al llamar a todas las almas al arrepentimiento y a vivir en paz.
Alégrate en mí, tu Dios y tu Salvador".
Sí, te amo, mi Señor. Te amo y me regocijaré en ti'.