"Hijo mío, mi corazón es para aquellos que toman la decisión de buscarme, de amarme con la alegría de recibir todo lo que mi corazón desea darles, para decirles: no teman. No temáis, hijitos míos, sino permitid que mi amor consuma vuestras almas en este día."
En el Salmo 100 se dice: "Entrad por sus puertas con acción de gracias y por sus atrios con alabanza. Dadle gracias y bendecid su nombre".
Sí, que el corazón eterno del amor de nuestro Señor nos permita entrar en sus atrios con alabanzas. Te alabo, Señor mío, y te doy gracias por todo lo que has hecho por mí. Rezaré a lo largo de este día y te daré gracias y bendeciré tu santo nombre para que la sabiduría y el discernimiento del Espíritu Santo me guíen en tu amor.
Alabado seas, Señor mío, alabado sea tu santo nombre y que la bondad de tu misericordia renueve mi alma y me redima a tu santa luz'.