Ahora tengo una visión de Nuestra Señora. Ella está vestida de blanco en la pureza de la fuerza de la fe como nuestra Madre Inmaculada y como nuestra Madre de Misericordia, en la que ahora dice,
"Mi querido hijo, soy tu Madre de Misericordia y soy tu Madre de Esperanza para todos mis hijos. Abro mis manos, que llevan las heridas de la crucifixión de mi hijo, y abro mi corazón para recibirte en tus penas y decirte que mi hijo está siempre presente para traerte alegría.
Todo lo que debes hacer es abrirle tu corazón y confiar en Jesús para que sea tu buen Señor y Salvador.
Sí, yo, vuestra madre, estoy siempre con vosotros para tomaros de la mano y conduciros a él, para que volváis a él vuestros corazones en una conversión más profunda y recibáis cada día una paz y una alegría mayores. Permitid que yo, vuestra madre, os lleve a él y os ame a cada uno de vosotros como lo hago yo tan entrañablemente.
Amad a Jesús con todo vuestro corazón y creed que está presente con vosotros en todas las circunstancias de vuestras vidas."
Amén.