Mientras estoy sentado aquí en la terraza con vistas a las montañas que se elevan lentamente y van rodando hasta tocar el sol, estoy teniendo una visión de una Cruz hecha de oro en el cielo. Es más grande que el horizonte, lisa y brillante, reflejando los rayos del sol, y gotas de sangre comienzan a derramarse sobre el país de Suiza donde esta Cruz está apareciendo. Es la sangre de la pasión de nuestro Señor. Es la sangre de toda vida, vida eterna y redención para ungir los suelos de esta tierra con esperanza, transformación y conversión.
Dentro de la sangre, dentro de las gotas de sangre, también puedo ver a los niños tal y como aparecerían dentro del vientre de su madre en el grito de nuestro Señor y pedir el fin del aborto, no sólo en este país sino en todo el mundo.
'Oh Santa Cruz, renueva mi fuerza y la fuerza de los corazones del pueblo para que vuelvan para siempre su corazón a Dios. Que hoy, Señor, yo vuelva mi corazón hacia ti. Lléname del poder de tu sangre y del poder de tu Cruz. Acógeme en tu misericordia y en la alegría de tu amor para siempre.
Espíritu Santo, sáname y úngeme. Concédeme tu sabiduría.
Escucha el grito de amor de mi corazón y que el poder de tu Cruz y resurrección me deje en pie con
fuerza y valor para ser audaces y santificados amándote".