"Hijo mío, yo estoy contigo y estoy presente para permanecer a tu lado en mi amor. Que sepas que no te abandonaré en mi misericordia y en mi esperanza. Confíame tu corazón y permíteme amarte para que puedas caminar entre mis brazos de amor cada día para la gloria y la esperanza de todo lo que es bueno.

Sí, hijo mío, confíame tu corazón. Ven y deja que te acoja en mi amor. Recíbeme en la alegría y la esperanza de mi misericordia, confíalo todo a lo que es bueno. Ven, amor mío, y canta, canta un nuevo canto de esperanza.

Mantente firme en tu fe. Mantente firme en la gloria de todo lo que es bueno y no permitas que el enemigo te desilusione. Escucha, la primera confianza está en mí y sólo en mí, hijo mío. Deja que tu corazón se llene de la gloria de mi amor y de cada palabra que te diga para tu misión y mi llamada de tu corazón es para todos.

Sí, hijo mío, cometerás errores. Pero poniendo tu confianza en mí seguiré guiándote por mi camino y tendrás la gloria de la luz. No te acomodes en un lugar, porque yo, el Hijo del hombre, no tuve donde reclinar la cabeza".

Entiendo, mi Señor.

"Sí, hijo mío, ve adonde yo te guíe.

Sí, hijo mío, escucha lo que te dice mi corazón, así podrás enviar un mensaje de agradecimiento a Eduardo. Pero no es necesario que regreses a su casa. Te pido que cumplas el tiempo dentro de mi corazón y en el camino que deseo guiarte.

Camina sólo por un sendero, no en muchos para ver a los demás ya que el enemigo intentará utilizar tus buenas intenciones para hacer cesar también mi amor, para distraerte de mí.

Id como yo deseo y abriré las puertas de los corazones de mis hijos y descansad en mí y tened confianza en el que os ha invitado porque su corazón desea amarme."