"Mi querida niña."

Ahora tengo una visión de Nuestra Señora apareciéndose ante mí. Ella está extendiendo su mano derecha, poniéndola sobre mi cabeza para ungirme y fortalecerme a través del poder del Espíritu Santo con las gracias y bendiciones del cielo.

Sí, sonríe y puedo sentir el calor de su amor.

Madre.

"Sí, hijo mío, vuelve tu corazón a Jesús, sólo y siempre, y recibirás la gran alegría, los frutos de su misericordia y de su amor cada día. Busca su amor con todo tu corazón, sabiendo y confiando que está contigo y que nunca te abandonará. No pierdas la esperanza, sino sigue perseverando con fe en pedir a Dios que te ayude.

¿No fue una alegría estar presente anoche en la boda?".

'Sí, madre, me dio mucha alegría'.

"Entonces, hijo mío, quédate tranquilo porque la persona por la que debías rezar se cumplió, y renovaste y diste esperanza a los corazones de la familia. Tu presencia allí no fue por tu acción, sino por la de Dios. No pongas límites a lo que Dios puede hacer.

'Gracias, Madre, recibo esto dentro de mi corazón y deseo darlo todo'.