"Hijo mío, aunque has estado enfermo más allá de lo que recuerdas haber estado nunca, mi corazón está presente en mi amor para decirte: alégrate".

'Mi Señor, estoy agradecido. Me he sentido débil e inseguro'.

"Hijo mío, no permitas que el enemigo ponga en tu corazón emociones que no son de la luz porque he venido a darte alegría y a devolverte la esperanza. Sé que no esperabas enfermarte.

Hijo mío, céntrate en la oración, no en lo que sientes, que no lo ignoro, sino en lo que puedo cumplir. Mi corazón llora. Sí, hijo mío, no te angusties por el mañana, sino regocíjate en este día, en todo el amor que te he dado".

Sí, Señor mío, te estoy agradecido. Cúrame como deseas, porque quiero vivir lleno de vida. Quiero ver la gloria del amanecer y el océano que se extiende en el horizonte kilómetros y kilómetros.

Sí, escucha mi plegaria de misericordia'.

"Cree, hijo mío, que el enemigo quiere que te rindas. No quiere que continúes".

Señor, llevo mucho tiempo fuera de casa. Me preocupo por mi familia, a la que quiero'.

"Hijo mío, cuando estás en misión conmigo, sí, conmigo porque yo estoy contigo, tú eres feliz y yo me ocupo de ellos, ¿no es así? Así que no dejes que tu corazón se inquiete o se preocupe por ellos o por el mañana. Acércate a mí, amor mío, y yo me acercaré a ti. Yo colmaré tu corazón en todos los sentidos.

Sí, descansa ahora y no mires atrás ni a lo que podría ser, sino a lo que está en mí".

Te amo, te amo, Señor mío. Tómame como quieras por el poder y la misericordia de tu Cruz. Y te pido perdón por mi pecado de ingratitud. Cúrame como deseas y que tu amor se cumpla en mi corazón para siempre'.