Nuestro Señor dice ahora, "Mi querida niña, mis hijos, viven con tales temores.

Muchos viven en un estado de ansiedad e inquietud. Pero yo estoy siempre presente para que echen sobre mí sus cargas. Y volviendo sus corazones a mis eternas misericordias, deseo curarles de todos sus miedos, porque soy el divino sanador del amor. Y el amor, hijo mío, echa fuera todo temor cuando uno me ofrece su corazón y entrega su vida plenamente para que yo pueda sanarlo en abundancia.

El mundo vive en un estado de crisis porque no confían en mí, mis hijos no confían en mí. Sus corazones están en un estado de esclavitud de orgullo y materialismo que estrangula el alma y la separa de mi Espíritu de Vida y vida de humildad y de verdadero amor por mí no en servir al mundo o las glorias del mundo, que ellos ponen más admiración e idolatran más que adorarme a mí.

Buscan las glorias de lo que se ve ante ellos. Pero sus corazones están verdaderamente vacíos, incluso aquellos que dicen servirme, pero sus corazones no son para mí. Ofrecen sus vidas a las vanidades del mundo en ciego servicio, a mi amor por lo que pueden ganar. Incluso dar puede ser falso, hija mía, cuando no se hace con verdadera humildad y servicio en mi amor.

Hija mía, hazlo todo con amor y te llamo lejos del mundo para llevarte a mayores alturas en mi amor, para mi gloria y para la esperanza de mis hijos a través de estos mensajes. Para sus corazones, para mi pueblo, has sido llamada. Honradme sólo a mí. Ámame como yo deseo y regocíjate en los campos eternos de alegría y paz, donde correrás con la mano levantada en alabanza por la gloria de mi Padre, para tocar el sol, para tocar mi corazón, desde la tierra, en el cielo.

Te quiero y siempre estoy contigo".