Gregory: Estoy teniendo una visión de una señora que lleva un vestido de rayas de colores que le rodea el cuerpo. Su piel es oscura y tiene una gema roja pintada en el centro de la frente. Sus ojos son marrones, profundos, almendrados y suavemente penetrantes. Lleva una jarra de agua sobre la cabeza y la equilibra perfectamente a cada paso. Camina por un paisaje árido y arenoso como un desierto, pero no me reconoce.
Señor, ¿qué deseas enseñarnos?
Jesús: Como ella no puede verte, golpea suavemente el jarro de agua de encima de su cabeza cuando pase a su lado para que se derrame sobre la tierra.
Gregory: Sí, mi Señor, como desees.
Mientras la señora pasa a mi lado, golpeo el costado de la jarra, haciéndola caer al suelo. El agua que se derrama de la jarra se transforma en la Preciosa Sangre de Nuestro Señor y mancha la blanca arena del desierto. La señora se asusta y mira a su alrededor para ver si otros han presenciado este hermoso milagro y comienza a llorar.
Es cuando está llorando con el cuerpo inclinado hacia delante cuando Jesús manifiesta mi presencia ante ella y se sobresalta más. Pero yo le sonrío amablemente y sus temores se convierten en una débil confusión expresada por la mirada de sus ojos. Extiendo mi mano para tocar su hombro y ella comienza a reír con gran alegría en el Espíritu del amor de nuestro Señor. Ya no tiene miedo. Sólo la gracia de Dios llena su alma.
Deja de reír y me mira tranquilamente, tocándome la mejilla por un momento. Luego coge mi medallón de Cristo y lo aprieta contra su mejilla con gran amor y adoración por nuestro Salvador.
Su conversión es milagrosa. Es como una niña que acaricia el corazón de su madre, porque ha encontrado el pozo de la paz interminable. En el futuro, los cántaros que llevará serán una labor de amor derramando la sangre de la redención sobre otras almas en su camino y enseñándoles los profundos misterios del apasionante don de la salvación de Cristo.
Se arrodilla con la mano extendida hacia arriba para que yo me arrodille con ella en alegre oración. Está diciendo que ha encontrado la luz del Espíritu del amor de Dios dentro de su alma y que le gustaría ofrecer alabanzas a su amo todopoderoso y servirle. Entonces termina la visión.