Nuestra querida madre dice, "Mi querido hijo, yo estoy contigo, y mi hijo llora por todos los corazones necesitados. Que las flores de la luz del sol brillen en el día con todos los colores de la esperanza para la vida de mis hijos."
Madre.
Madre dice, "Sí, hijo mío, recíbeme dentro de mi corazón. Permíteme que cada día hable a la alegría eterna y a la esperanza de tu corazón. No te desanimes ni tengas miedo, sino eleva tu corazón a la alegría y a la esperanza que es Dios, confiando en Dios y renovando tu fe en él."
'Madre, te agradezco tus palabras sobre la belleza de las flores, los colores en la luz del sol que hablan a mi corazón de todo lo que es bueno'.
"Sí, hijo mío."
Sí, madre, recuerdo cuando era niño y mi madre me compraba semillas maravillosas que daban lugar a hermosas flores. Aunque no recuerdo sus nombres, recuerdo la magnificencia de la creación en aquellas sencillas flores.
Y doy gracias a nuestro Señor por haberme dado a los padres más hermosos de la fe, que me educaron en la fe, que me guardaron, vigilaron y protegieron. Rezo para estar un día con ellos.
Pero que las flores de los recuerdos que has infundido en mi corazón esta noche, madre, me traigan una gran alegría hasta ese día, la alegría de servir a tu hijo de servir a Dios.
Y te pido, Padre, que ahora renueves mi visión, renueves mi fuerza y renueves mi esperanza cada día para que pueda crecer en las semillas de tu amor inculcadas dentro de mi corazón. Deseo asistir a la Santa Misa este día para ser consumido por tu amor, Señor nuestro y Jesús mío.
Y sonrío, y no me olvido de sonreír dando gracias al Señor, porque él es bueno, y su amor permanece para siempre. Alabad al Señor porque es bueno, y su amor permanece para siempre.
Yo no sé qué hacer, Señor, pero tú sí. Utilízame como tú quieras. Dad gracias al Señor porque es bueno, su amor permanece para siempre. Dad gracias al Señor, porque es bueno, su amor permanece y le alabamos eternamente.
Tómame como desees. Te quiero. Te amo. Te amo.