"Mi querido hijo, ven a mí en mi misericordia en este momento".
Ahora tengo una visión de nuestro Señor que aparece ante mí. Sus manos se extienden desde su cintura con los brazos abiertos para abrazarme en su amor.
'Oh Señor mío, cuánto te necesito. Une tu corazón al mío y dame hoy la fuerza y la esperanza para cumplir tu voluntad. Que no se haga mi voluntad, Señor, sino tu voluntad para tu gloria, y que pueda recibirte cada día dentro de mi corazón.
Guíame, Señor, en tu misericordia y envía a tus santos ángeles que me rodeen y me guíen para que vayan delante de mí. Especialmente a San Miguel Arcángel, te invoco ahora, a Gabriel y a Rafael para que me protejan del mal, me ayuden a difundir la palabra y restauren mi casa cada día.
Sí, guíame en la alegría de la misericordia de tu amor en este día. Guíame con gran esperanza a realizar todo lo que pueda en ser quien tú me creaste para ser por amor a los demás. Te amo, mi Señor. Te amo. Tómame como deseas".
"Hijo mío, ven a mí y deja que te abrace ahora".
Lo hago entre los brazos de Jesús, mientras siento su corazón apretarse contra el mío. El olor de su piel, la pureza de su gracia, es el aroma del cielo, su cabello y la suavidad de su túnica.
'Oh Señor mío, guárdame entre tus brazos por toda la eternidad. Y que este día me vaya con alegría y gran esperanza, como me da el estar en tu presencia.
Sí, que pueda seguir tus pasos de amor'.
"Te quiero, hijo mío."
Te amo, mi Señor.
Ahora me coge de la mano y empezamos a caminar juntos.