Continúa la visión del ángel que aparece entre las hojas de palma, un niño, puro y hecho de luz. Te pido, angelito mío, que cuides de mi corazón. Pon tus alas sobre mi cabeza para ungirme con las bendiciones de la luz y la alegría del amor del cielo'.

Nuestro Señor dice ahora que, aunque no pueda verle en este momento, puedo oír su voz que habla a mi alma, "Mi querida hija, estoy muy contenta de que hayas venido a mí y de que estés ahora aquí en Asís. Deseo que me recibas en la Santa Eucaristía en la Misa, en la iglesia de mi amado San Francisco.

Sí, hijo mío, recíbeme mañana en mi amorosa misericordia para que pueda consumirte, amor mío, y llevarte dentro de mi corazón para cumplir mis deseos dentro de tu alma. Escúchame, hablándote como soy tu Señor y Dios de misericordia y esperanza para mis hijos".

Sí, mi Señor. Tómame como desees, pues no hay nada más importante en este mundo que amarte. Así lo haré.

"Hijo mío, estás cansado y deseo que descanses ahora, pues sabes lo que quiero que cumplas mañana en la Sagrada Comunión conmigo. Y sí, Carlos estará presente. Permíteme guiarte, mi amor".

'Tómame como desees, pues sólo quiero amarte. No quiero nada excepto amarte'.