"Mi querido hijo, ven a mí y en mi amor, encenderé un fuego de esperanza misericordiosa. El fuego de mi Espíritu dentro de ti para hablar de mi amor a los demás.
Sí, ven a mí, tu Jesús, y deja que te abrace".
Ahora tengo una visión de nuestro Señor vestido de blanco, con rayos de luz dorada que brillan suavemente desde su corazón, en el que abre sus brazos para que le abrace. Siento en mí la gloria de su amor.
Te doy gracias, Señor mío, por tu amor en este día y por la esperanza de tu misericordia que me sostiene. Tómame como deseas. Guíame en todo según la santa gracia de tu divina voluntad, Espíritu Santo. Trae claridad de mente, fortaleza de espíritu y compasión de corazón para que pueda servir a todos con tu gran amor'.