Mi Señor, creo que nada es imposible para ti, que nada es imposible para tu amor.

En el Salmo 130, David dice: "Espero en el Señor. Mi alma espera y en su palabra pongo mi esperanza".

Señor mío, en tu palabra espero y te espero esta noche, para que vengas a mí en la belleza y la alegría de tu santo amor que me sostendrá. Y cuando hablo, hablo por el glorioso amor de tu corazón, por todas las almas'.

"Sí, amor mío, ven a mí que yo estoy contigo".

Jesús está ante mí en la oscuridad de la noche. Parece como si estuviera suspendido, levitando, sobre un camino hecho de luz. Está de pie gloriosamente vestido de blanco como nuestro Salvador resucitado, en el que una suave luz le rodea. Su Sagrado Corazón está expuesto.

Y Jesús dice ahora, "Mi querido hijo, que la luz eterna de mi corazón renueve tu corazón en paz este día, renuévalo en mi amor".

Señor mío, me basta con verte y me consume el amor de tu corazón'.

"Ven a mí, hijo mío, y conocerás mi gloria, porque siempre te estoy esperando y deseo que recorras mi camino con la alegría de la prudencia y de la gracia, con la alegría de la humildad, confiándomelo todo".

Sí, mi señor.

"El ángel Gabriel te dijo una vez, como ahora estás recordando, que tu camino se cumplirá con humildad. Espera en mí sin preocuparte por tu futuro y yo te guiaré por el camino que es mi luz.

Mi corazón clama piedad".

'Te amo, mi señor, te amo'.