Señor mío, Señor mío, te amo y no puedo vivir sin ti. El Salmo 21 dice: "El Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida. ¿De quién tendré miedo?".

Señor mío, tú eres mi luz santa y mi salvación de paz. Tu misericordia ha iluminado el camino de mi corazón a lo largo de mi vida, y yo me ofrezco como sacrificio vivo de tu amor y de tu misericordia al pie de tu Cruz'.

"Ven y toma mi mano, mi niña," Jesús dice, "y déjame guiarte".

Sí, Señor mío, condúceme según tu deseo. Ven y acógeme en tu amor, porque todo lo que hay de bueno y de misericordioso en mí viene de ti. Tú eres mi único bien y misericordia, y nada existe sin ti'.

Ahora tengo una visión de Jesús. Está de pie ante mí con las manos abiertas para abrazarme. Y Efesios 2 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe. Y esto no es obra vuestra. Es don de Dios".

Señor mío, tú eres mi Salvador y tu don es sólo amor, tu sacrificio en la Cruz, toda misericordia para los necesitados de tu perdón y redención'.

Jesús dice, "Hijo mío, ven a mis brazos y deja que te abrace hoy. Te espero con amor".