'Mi querido Señor, te doy gracias por todo lo que has cumplido según tu palabra y tus promesas que me hiciste para con mis hermanos y hermanas'.

Recibí de Jesús el pasado sábado por la mañana temprano que deseaba que yo estuviera entre su pueblo, sus hijos, una vez más. Entendí que era para hablar su palabra y sus mensajes y evangelizar la verdad de la Palabra hecha carne del arrepentimiento y la victoria de su amor en la Cruz, su santa esperanza para nuestra redención y nuestra salvación.

Un sacerdote amigo muy querido llegó aquí para invitarme a una Misa que celebraba como sacerdote invitado para la fiesta de Alta Gracia, la Virgen de Alta Gracia de la República Dominicana. Yo había hablado muchas veces de la fiesta en su país, por lo que deseaba verle, además de asistir a la Misa.

Justo antes de empezar la Misa, se me acercó y me dijo que le preguntaría al párroco si yo podía compartir un mensaje de la Virgen. Me dijo que sí, sin conocerme pero guiado por la mano del Espíritu de Dios. Entonces compartí mi testimonio del amor de Dios y un mensaje de nuestra amada Madre.

Al final de la misa, después de la comunión, Dios tocó los corazones de sus hijos con su amorosa misericordia y compasión, llamándoles a un amor más grande, al arrepentimiento y a la alegría de esperar en Él. También me dio gran alegría compartir con ellos la llamada del Señor y la secuencia de acontecimientos que me llevaron a ellos.

Ahora alabo a Dios por su misericordia, ya que está formando una nueva comunidad en la ciudad costera aquí en Florida, donde vivo con mi hermana y toda mi familia. Que Dios sea bendecido por el milagro de su amor por sus hijos. Amén.