"Mi querida niña, me complace sobremanera que hayas venido a mí, especialmente en la belleza de este día al sentir mi presencia ante ti".

Sí, querida madre.

Ahora tengo una visión de Nuestra Señora. Aparece ante mí, vestida con la belleza de su vestido blanco, con las manos extendidas, los brazos abiertos para recibirme en la misericordia de su Hijo. María sonríe y está llena de luz.

'Querida madre, ¿qué deseas, que cumpla la voluntad de tu hijo según los deseos de tu corazón y tu intercesión en estos últimos días de estar en México?'

"Sí, hijo mío, lo más importante es que hayas venido a mí y que busques la luz de mi hijo Jesús para que consuma tu corazón, para que seas conducido según el gozo de su misericordia".

Sí, madre, me da mucha alegría ver a la gente aquí en el Parque de Chapultepec, las familias, los niños, la belleza del lago, el horizonte y el bosque que nos rodea. Puedo sentir la presencia de tu hijo en todas las cosas y en la creación de Dios.

Y rezo para ser creativo en la difusión de tus mensajes de amor inspirados por el Espíritu Santo a través de la intercesión del Beato Carlo. Concédeme la sabiduría, la diligencia y la concentración de corazón para realizar este trabajo en medio de las salidas para estar con la gente.

Te doy gracias por todo lo que tú y Jesús me habéis dado y me regocijo en tu misericordia y en la alegría de la esperanza de tu amor dentro de mi corazón. Tómame, querida madre, como deseas'.

"Sí, hijo mío, ven a mis brazos para que mi luz, la luz de mi hijo Jesús, te consuma.

Estaré presente en la consagración de México, y para el mundo, para mis hijos mañana, como tu Señora de Guadalupe. Abridme vuestro corazón y abrid vuestros ojos a la misericordia amorosa de mi hijo Jesús.

Os amo y estaré siempre con vosotros. Estaré presente para ofrecer mi Corazón Inmaculado a mis hijos".