Nuestro Salvador dice, "Mi querido hijo, no tengas miedo de hablar de tus batallas con Satanás, porque las usaré desde mi gloria no sólo para redimirte sino para fortalecerte, para que seas un ejemplo a través de estas batallas de amor para mi corazón, para los corazones de los demás.
Estás en una batalla entre la luz y las tinieblas por tu alma. Porque el enemigo viene a robar, hurtar y destruir, a destruir la vida y el don de la salvación que deseo dar a mis hijos.
Sí, mi querido hijo, comparte todas las cosas desde dentro de tu corazón para que pueda ayudar a otros en la batalla más grande que jamás haya tenido lugar en mi victoria sobre Satanás, el pecado y la oscuridad. Nunca fue ocultado. Nunca se ocultó. Pero mi luz siempre brilla eternamente.
¿Comprendes, hijo mío, que Dios se sirve de todas las cosas para su gloria y para la redención de sus hijos? Desnudé mi cuerpo, mi corazón, en la Cruz, herido, con los mayores sufrimientos de la historia de toda la humanidad.
Te pido que lleves tu corazón con amor y con alegría como un regalo para los demás, sin importar el momento o la experiencia al recibirme y al enfrentar al enemigo en mi nombre para ganar las batallas para mi gloria.
Voy delante de ti y te quiero".
'Que el corazón santo de tu amor, Señor, brille para siempre por los demás necesitados'.