Jesús: El Espíritu está maduro para mi venida. Aquellos que están engañados verán la luz de la verdad dentro de sus corazones reinando gloriosamente sobre aquellos que han sido testigos de la gloria de mi amor.
Gregory: El Espíritu me guía en una visión hacia un alma demacrada que camina débilmente hacia mí. Es alto, moreno y tiene un rostro estrecho con ojos profundos y tristes. Creo que estoy en la India por el estilo de su vestimenta. Lleva una túnica que cuelga sin vida de su cuerpo, así como el dibujo seco de la tierra. Se oye el sonido de cencerros que tintinean alrededor de su cuello.
Me tiende la mano para que le ayude, pues se está muriendo lentamente. El dolor de su rostro me pide ayuda, aunque no sé de qué se está muriendo. Mi único deseo es abrazarlo con amor y permitir que el Espíritu de nuestro Señor una su profundo dolor con mi alma, para que su cuerpo se nutra y sane.
Me dice que necesita amor y alguien que le cuide. Me cuenta que lleva mucho tiempo enfermo. No sé cómo me comunico con él porque nunca he hablado su idioma. Tomándole la mano, empecé a rezar a nuestro Señor y Salvador para que curara la aflicción que sufría. Está cansado y agotado. El dolor de ver su sufrimiento me llena de compasión para curarle.
Justo entonces, con renovada energía, cae de rodillas de alegría y levanta las manos para alabar a nuestro Salvador, porque ha sido sanado. El Espíritu me ha revelado que no conocía a Jesús antes de esta curación y, mientras él sigue alabando a Dios, yo me alejo sin que se dé cuenta de que me he ido.
Con mucho amor, Jesús: Este hombre lleva mucho tiempo vagando por el campo en busca de alguien que le ayude. Fue rechazado por su propio pueblo, que valora el culto a los animales y no al espíritu humano. ¿Cuánto tiempo más habría caminado hasta caer muerto de hambre y aflicción? Su sufrimiento era tan grande que ya no podía soportar su dolor dentro de mi corazón. Deseé enviarte para que lo sanaras, para que conociera el toque del amor humano a través del Espíritu divino de Dios.
Gracias por permitirme llevarte hasta él. Gracias por recibir el don de mi amor para que pueda compartirlo con los demás. Gracias por abrazar su alma humana para que no pase por la vida sin el recuerdo del afecto, y ahora lo utilizaré para tocar la vida de innumerables personas a su alrededor. Él verá la luz del amor por los demás.
Ahora descansa, porque tú también estás cansado, y hoy es mi día de adoración. Venid a mí en oración y en la Santa Comunión, para que también vosotros recibáis el don de mi amor.