"Mi querido hijo, estoy presente y esperando. Te he llamado a la verdadera gloria de la luz en este día para que me reconozcas dentro de ti y me permitas guiarte en todas las cosas según la alegría y la paz a la misericordia de mi corazón.
Ven y toma mi mano, y caminemos juntos en el poder y la belleza de la luz, en el poder de mi Espíritu, un poder que no es de este mundo, sino divino y puro. Es el poder eterno del amor del cielo".
'Sí, Señor mío, penetra en mi alma y te doy gracias por la belleza de tu amor y por el milagro de la vida en este día, por todas las bendiciones que me has dado a lo largo de mi vida y que recibo en este momento y recibiré. Que procure utilizarlas para tu gloria y para el corazón de tu pueblo".
"Sí, hijo mío, escucha siempre a mi corazón que te llama y yo seré tu fuerza. Esto irá delante de ti como una columna de fuego hecha de mi divino amor y esperanza para toda la humanidad.
Yo te amo. Alégrate en todo y en la gloria de nuestro amor".