En Juan 15 dijiste, Señor mío: "Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí". Señor mío, he aprendido estas palabras, la sabiduría de la luz de tu voz y la guía de estas palabras a lo largo de mi vida.

Tómame como deseas para que pueda cantar una nueva canción de amor desde dentro de tu corazón. Llévame como tú deseas porque te ruego honrarte y adorarte, amarte siempre. Te ruego que tus bendiciones, especialmente de salud, sean sobre mí para que pueda seguir caminando en la alegría y en la gloria de amar y de compartir tu amor con los demás'.

"Hijo mío, has sido testigo de milagros, pues te los he dado para los demás. Mira cada día quién eres en mí para que veas como yo veo. Ven ahora y déjame conducirte dentro de mi corazón y dentro de mis manos. Permanece en mí para que yo pueda permanecer en ti".

'Señor mío, te doy gracias por estos días de servirte en la Ciudad de México, así como por traer hoy aquí a mi hermana. Esto renovará mi alegría y mi fuerza'.

"Vuelve tu corazón hacia mí y serás feliz, hijo mío, y recibirás fuerza y mi amor colmará tu corazón.

Sí, alégrate, alégrate de todo lo que te he dado".

'Te amo, mi señor. Tómame como desees'.