San Juan Pablo II dice ahora, "Hijo mío, Dios nos unió en este mundo. Vine a ti para prepararte para los días en los que ahora vives. Para revelarte en ese momento lo que tendría lugar ahora en las divisiones dentro de mi Santa Iglesia.

Santa porque todavía está protegida por el amor sacrificial y la redención del sacrificio de nuestro Señor en su gran misericordia para perdonar y renovar los corazones de las almas que eligen hacerlo mejor, para vivir el cumplimiento de la bondad del amor de Dios en el mundo de hoy.

Hijo mío, la división en mi iglesia que compartí contigo para que fueras testigo ya está aquí. La impiedad, la falta de amor, el deseo de poder y la falta de los valores del evangelio que es el amor.

Ahora se está librando una batalla entre el bien y el mal. Y recemos ahora para que el amor de Dios lo venza todo por el bien del cuerpo unido del amor y sacrificio de Cristo por el bien de la salvación de mis hijos, por el bien de la esperanza.

Sí, esperanza. Ésta brota eterna en mis palabras, pues el poder de las tinieblas jamás vencerá a la Santa Cruz. Estas son hoy mis palabras de amor para mis hijos. Y os he preparado para este momento en el que ahora debo venir a vosotros.

Dile a la gente que no tenga miedo y que honre a su Papa, el pastor de nuestra iglesia, Francisco, a quien Dios eligió en el amor. Que no lo juzguen, sino que lo amen y recen por él, así como por todos mis santos sacerdotes. Santos por el sacramento del amor de Dios en el cumplimiento de su llamada.

Sí, debemos permanecer unidos en el amor. La única manera de unirnos es en la misericordia compasiva de Dios con una comprensión de nuestras indiferencias colmada por el amor. Es el único camino y, como la Virgen os dijo una vez, es la resolución de la vida.

Mi Santa Iglesia no será derrotada y el amor demostrará el camino de la victoria".