Cuando empecé a rezar la Salve, Reina Santa por los misterios gozosos, tuve la visión de Nuestra Señora apareciendo con una corona de diamantes, la corona eterna de la gloria de Dios como Reina del Cielo y Reina del Amor. Los diamantes brillaban alrededor de la corona y pude ser testigo de su majestad, de su amor, mientras sonreía con esperanza por sus hijos.
'Madre, ¿por qué has aparecido de esa manera?'
"Decir que en nombre de mi hijo Jesús, soy amor. Soy todas las cosas por medio de él y de la Santísima Trinidad, al ser la Inmaculada Concepción y al ser la Reina de la Paz y de la Esperanza para mis hijos.
Que la luz eterna del amor de mi hijo se derrame sobre el mundo y que sea glorificado y adorado por siempre.
Estoy contigo y con todos mis hijos, y nunca abandonaré a los que me buscan y me confían su corazón como madre".