Corazón de Jesús

Mensajes de amor

Gregory Kerr

Me mimó el amor

Recuerdo con amor, el corazón alegre de la madre de mi madre, mi abuela, Guillermina. Ella siempre me recibía con el corazón abierto y los ojos expectantes, para abrazarme con la felicidad que sólo el amor puede dar.

Sí, recuerdo la alegría de su alma, de entrar en su casa y la silla, la suave silla de terciopelo marrón, en la que se sentaba, pasando la mayor parte de sus días recibiendo a la familia. Me abrazaba cuando era pequeño y me mecía hasta que me dormía. Recuerdo que era lo suficientemente pequeño como para caber entre sus brazos y mi cabeza sobre su pecho mientras ella me cantaba una nana, una nana de amor y paz en español, pues era en parte cubana. Su sangre corría a través de mí, su espíritu, mientras cantaba las palabras: "Duerme, mi pequeño, duerme, hijo mío. Duerme, mi amorcito, en mi Corazón, en mi corazón. Esas eran las palabras y ella las repetía.

También recuerdo que solía reunirse con todas sus amigas en el patio trasero y se reían y hablaban, y hablaban y reían. Imagino que un día yo las estaba molestando, buscando la atención de mi abuela. Entonces, ella cerró las puertas de las dos entradas al patio.

Pues yo no iba a permitirlo. Recuerdo que tenía sólo tres años, posiblemente no más de cuatro, y llené el camino hacia el lado izquierdo de la casa con detergente jabonoso e hice burbujas con el agua tan altas que llenaron el largo camino hacia la parte trasera del patio para que no pudieran salir. Supuse que si no me dejaban entrar, entonces no iban a salir.

Cuando todas las ancianas lo reconocieron, empezaron a gritar. Y mi abuela vino corriendo detrás de mí. Pero yo salí volando por la puerta del patio y corrí hacia la calle para que no pudiera alcanzarme. Cuando lo vio, se echó a reír.

Tantos recuerdos, dulces y puros. Oh Mina, como la llamábamos para abreviar, acompáñame ahora. Como también hablé de mi abuela, Nellie, os pido a las dos que me cuidéis y me protejáis desde el cielo, que me mantengáis a salvo porque fue a través de vuestro amor que pusisteis las semillas de mi camino de fe hasta donde estoy ahora. Fue a través de vuestro amor, el amor de la familia, que me formó y me dio los valores en el nombre de Dios para querer y buscar siempre hacer lo que es correcto en cada una de mis debilidades.

El amor me mimó tanto. Y ahora Dios sigue mimándome con su amor perfecto y divino. Aunque soy indigna, comparto estas historias de mi infancia porque recuerdo, y debo recordar siempre, quién y de dónde vengo. Porque sus voces están dentro de mí y son luz. Y me hicieron mirar al cielo para decir: "¿Dónde estás? Ven conmigo".

 Os quiero, a mis padres, ya fallecidos, a mis abuelos y a todos mis tíos y tías. Que descanses en el cielo y descanses en paz dentro de mi corazón siempre.

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