Nuestro Señor Jesús dice, "Mi querido hijo, permite que tu corazón despierte a este día, para ver la belleza y la maravilla de la alegría de vivir, invocando a mi Espíritu para que descienda sobre ti y te llene."
Sí, Espíritu Santo, ven ahora y lléname de la fuerza y el valor de la luz eterna de la Cruz, de la luz eterna de la redención, para purificar mi alma en la misericordia de Dios y renovar mi esperanza y mi fuerza en este día.
Sí, ven Espíritu eterno de amor y cúrame, corazón, mente, cuerpo y alma de todo lo que necesite ser curado. Y que la luz de Cristo haga de mí una luz en Él, y sólo a través de Él".
Jesús dice ahora, "Hijo mío, te doy las gracias. Ahora regocíjate, regocíjate en todo lo que te he dado. Alégrate en la gloria eterna de la luz y de la esperanza en mi presencia".
'Señor mío, que Tú, por la voluntad de nuestro Padre y la fuerza del Espíritu Santo con Nuestra Señora, me guíes en lo que deseas en este día'.
Señor Jesús, "Hijo mío, sé la voz de los necesitados".
Te amo. Te amo, mi Señor'.
Ahora tengo la visión de una Cruz que aparece en el cielo de la mañana. Está hecha de oro, matizada y centelleante a la luz. Lo hace con alegría. Siento su poder y su don.
Gracias, Señor. Gracias por tu amor, por tu amor, siempre'.