Madre, guíame en el amor de tu hijo Jesús. Guíame en la esperanza de aquel que es bueno, que es mi Buen Pastor de amor y ha tomado mi mano a lo largo de mi vida, a lo largo de estos años, cada día para ser mi fuerza'.
"Mi hijo".
Nuestra Señora aparece ahora ante mí vestida con la belleza de su vestido blanco que es puro, puramente del cielo. Ella sonríe con gran amor y dice, "Mi Corazón Inmaculado resplandece de amor por todos mis hijos. Estos rayos dorados de amor que ahora salen de mi corazón son para los corazones de todos. Porque Jesús no niega a nadie y nuestra llamada es para que todos nuestros hijos se arrepientan y vuelvan sus corazones al amor, la pureza y la verdad de vivir en su presencia.
Llamo a cada uno de mis hijos a estar de rodillas ante Dios y a arrepentirse con gran amor.
Sí, que entreguen sus corazones a Jesús para que vuestras almas florezcan como rosas de gracia que os perfeccionarán en la belleza y la alegría de vivir en su presencia."