Ahora estoy teniendo una visión de Nuestra Señora y está levitando, vestida de blanco, sobre la belleza de este lago, sobre la belleza de las aguas de misericordia de Dios en las que nos llama a bañarnos cada día, para limpiar nuestras almas a través del arrepentimiento de nuestros pecados para un mayor amor a Dios. Y para que crezcamos en una fe más profunda y en el amor mutuo.
La Virgen tiene las manos abiertas y sonríe, mirando los corazones de la gente, los veleros que surcan las aguas, las familias, los niños unidos a sus padres. Y dice,
"Mi querido hijo, ven a mí porque yo estoy siempre contigo. Y deseo abrazar los corazones de todos mis hijos con gran amor este día. Pero tan pocos responden a mi llamada y a la llamada del amor de mi hijo para compartir la misericordia de una relación con él.
Sí, estoy llamando a todas las almas a una relación más profunda con Dios a través de la oración, a través de abrir vuestros corazones, mis queridos hijos, en la belleza del silencio de recibir a Dios.
Os quiero, os amo y os pido que respondáis a la gloria de mi llamada a amar a Dios y a amaros los unos a los otros".