María: Mi querido hijo, ven con tu madre. Yo estoy contigo. Siempre estoy contigo para tomarte de la mano en estos momentos de dolor. Permíteme conducirte a la luz de mi hijo, Jesús, donde vivir su palabra puede refrescar tu alma. Ven a las aguas vivas de la vida en las que el cansado puede bañarse y ser redimido por la luz de su presencia. Permite que mi Jesús consuele tu alma, para que puedas consolar las almas de los demás a través de él.

Son tiempos graves. Mis hijos no comprenden la hora en que vivimos. Él viene a redimir a los que han vivido fielmente al servicio de su voluntad. La redención final tendrá lugar en los verdes pastos de la vida eterna, donde la generosidad del cielo puede brillar a la luz de su presencia.

Yo soy tu madre, y estoy llamando a todas las almas a vivir de acuerdo a su fe. Pido a todas las almas que amen siendo ejemplos vivos de la palabra. Ven, hija mía, y deja que tu fe sea como la de un niño en manos de su madre. Sólo el amor y la confianza pueden guiarlos a los brazos de su madre. Te pido que me ames y confíes en mí, para que brille en ti la luz divina de mi hijo. El fuego del amor divino está derritiendo lentamente los corazones de los que se han endurecido por el pecado. Sólo la fe puede guiaros al reino eterno, al abismo eterno del amor, donde la misericordia alcanza su plenitud.

Jesús: Sí, hija mía, estoy contigo y he escuchado cada palabra. Mis hijos no creen en el poder de la oración para redimirlos. Cuando están perdidos, buscan las complicadas soluciones que el mundo les ofrece y no el simple mensaje de fe que les protegerá del maligno.

Mi mensaje está creciendo y extendiéndose rápidamente por toda la tierra. Las almas ahora deben elegir seguir el bien o el mal. Los caminos respectivos son cada vez más claros a medida que avanza la batalla.

Mi pueblo está siendo llamado a la libertad de la redención a través del arrepentimiento. Estoy llamando a todas las almas a vivir al pie de mi Cruz en esta misma hora en la que Satanás me está robando a tantos de mis hijos. La Cruz debe ser un santuario de protección contra los demonios del mal. Mis hijos deben ver que la gloria está en mi nombre

Gregory: Rezo por la preparación de nuestros corazones a través del arrepentimiento diario al pie de la Cruz, para que nosotros también podamos compartir la victoria final de la salvación en la Segunda Venida de nuestro Señor.

Jesús: Lleva a mi pueblo al pie de mi Cruz mediante la oración diaria y el rezo del rosario. Ofrece tu corazón a mi buena palabra, para que otros sean sanados. Me consuelo cuando me recibes. Me consuelan los pecados de la humanidad, porque mi corazón sangra tiernamente por todos los que están perdidos y cansados. Llamo a la misericordia a los oprimidos y a todos los que comparten el deseo de recibir la luz. Yo soy la misericordia misma. Es a través de mi misericordia que todas las almas que lo deseen serán redimidas para la fiesta eterna en el cielo. Que la tierra brille ese día de mi venida como nunca antes, porque mi Padre reinará sobre todas las almas buenas que han servido rectamente a mi voluntad. Paz al cielo y a la tierra.