"Hijo mío, ven a mí".
'Padre, te doy gracias por el don de la vida en este día y por todas las bendiciones y gracias del cielo de tu corazón que me sostendrán y serán mi luz'.
"Oh hijo mío, es bueno que hayas venido a mí, sabiendo y confiando en que yo, tu Padre, soy tu fuente de esperanza y amor eternos.
Sí, ven y deja que te abrace en mi presencia y en la presencia del Espíritu Santo, porque yo estoy siempre contigo y en mi amor, en mi amorosa misericordia, nunca te abandonaré. Ven, tómame de la mano y déjame guiarte en la esperanza de todo lo bueno.
Que tu corazón se llene de la luz, la luz de mi amor que es eterno y trae paz a los que están necesitados y me buscan a mí, tu Padre amoroso.
La oración unirá siempre tu corazón al mío, hijo mío. Y digo a aquellos de mis hijos que no creen, que recen para tener fe. Rezad para creer y veréis el cumplimiento de vuestras oraciones según el gozo de mi santa voluntad.
Sí, venid a mí, que soy vuestro Padre, y os daré siempre el descanso de mi corazón. Camina en el amor y en la alegría de la belleza de la fe que deseo darte".
Sí, Padre. Te pido una fe, una esperanza y un amor más profundos. Y que tu corazón esté siempre unido al mío a través de la búsqueda humilde de ti y del amor de tu Hijo, Jesús, del Espíritu Santo, la Santísima Trinidad de la esperanza'.