Nuestro Señor dice, "Amor mío, ven a mí en este día y permíteme estrecharte entre mis brazos de misericordia".

Ahora tengo una visión de Jesús. Aparece en la Santa Cruz, sufriendo, con la sangre brotando de su cuerpo desde las heridas eternas de amor y misericordia de su crucifijo para el perdón de nuestros pecados. Lleva apareciéndose así desde la noche anterior. Con la cabeza colgando, ahora la levanta y comienza a decir. . .

"Mi querida hija, sufro en mi misericordia para llamar a todas las almas al poder redentor de mi sacrificio en la Cruz para que mi amor se cumpla en ellas y la promesa de la redención, la alegría de la redención sea suya, pero tan pocas vienen a mí. Y seguiré llamando en mi misericordia hasta el día final de mi venida. Llamaré a todas las almas a la grandeza de mi amor.

Alégrate hoy, hijo mío, porque mi misericordia se derrama sobre ti y sobre el mundo entero por amor a los pecadores."

Nuestro Señor abre ahora la sección media de su cuerpo donde aparece una abundancia de rosas, rosas de sus gracias, hermosas rosas rojas y rosas que simbolizan la alegría apasionada de su sacrificio y las gracias que desea darnos.

Que los acoja en mi corazón y ruego por una conversión más profunda en este día y por la conversión del mundo entero".