En el tercer libro de las Lamentaciones se dice: "El Señor es bueno con los que le esperan, con el alma que le busca". Señor mío, Dios mío, te busco con todo mi corazón y mi amor.
En ese capítulo también dice: "Es bueno que uno espere tranquilamente la salvación del Señor".
Oh mi eterna luz y salvación, consúmeme en tu misericordia y que tu amor me lleve a nuevas alturas de todo lo que es bueno en el poder de tu Cruz que vive dentro de mí. Tómame, amor mío, como deseas, y guíame en tu fuerza.
Que tu misericordia brille siempre sobre mí, Señor, y sobre mi casa, traspasando a aquel a quien amo. Traspasa su corazón con tu misericordia amorosa en su necesidad'.
"Hijo mío, te llevaré de la mano y te conduciré al resplandor de la luz. No temas, como siempre te he dicho. No temas, sino levanta tus ojos y tu corazón al cielo, para ver las estrellas en el sueño y la esperanza que he puesto dentro de tu corazón.
Vive ahora, ve ahora por la gloria de Dios, Padre mío, a quien tanto amo".