Ahora tengo una visión de la Virgen. Ella me abre sus manos, extiende sus brazos. Estoy feliz de recibirla en mi santuario, en mi corazón. Ella que tanto me ha dado a lo largo de estos años de mi vida. Ella que me tomó de la mano y me condujo por el camino de la luz de su hijo, a su hijo de cada día, a su amor.
Mary dice, "Mi querido hijo, he venido para que me recibas en la gloria que es el amor de mi hijo. Deseo recibir a todos mis hijos y te pido ahora que reces por la paz, la paz y la alegría de confiar en él de que le ofrezcas tu corazón en este día."
'Sí, madre, que yo sirva para la buena voluntad de tu hijo, de su amor por los demás'.
"Cuando recéis, poned de verdad vuestro corazón en su corazón. Porque él dijo: pedid y recibiréis. Esto deseo para todos mis hijos. ¿Le ofrecieron sus corazones cada día para enfocar su corazón en cada palabra de la oración? Eso es como una joya que pongo en mis manos para llevarla al trono del cielo.
Sí, que la luz eterna de nuestro Señor os traiga la paz".
'Me alegro, querida madre.'
"Paz, mi querido hijo, deseo paz en todo el mundo".