Madre.
"Ven, toma mi mano, hijo mío; que tu corazón sea mío".
Ahora estoy teniendo una visión de Nuestra Señora con su corazón expuesto, Inmaculada, pura y llena, roja con la sangre de su hijo y en su gracia. Ahora veo dentro de su corazón una hermosa tierra, verde brillante, iluminada por el cielo azul claro y el sol. Y en el cielo, veo hermosos pájaros azules y rosas rosadas.
"Hijo mío, esto es lo que te espera".
'Madre, que estos pájaros canten dentro de mi corazón la gloria de este nuevo día y de todos los días'.
Y al terminar mi oración, los estigmas espirituales aparecen en mi mano.
'Oh Señor, si es tu voluntad, que se cumpla. Y ahora te pido que tus gracias puras llenen mi alma'.
Este estigma arde ahora con las llamas del amor divino.
Oh santo amor, te digo tómame, mi corazón es tuyo. Dame la fuerza de entregarme por entero a ti y que mi cuerpo sea un templo siempre vivo de tu Espíritu, para que la gloria de tus gracias abunde en mí para los demás'.
"Sí, hijo mío, sí".
'Y que nunca olvide esta visión que nunca antes había tenido'.
"Hijo mío, hay mucho más. Deja que se cumpla dentro de ti.
Amad a mi hijo, amad a vuestros hermanos, pues debéis conducirlos al amor de mi hijo y mostrarles sólo amor. Porque lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es santo y verdadero."