Que tu espíritu me guíe, Señor.
Sí.
Nuestra Señora dice, "Hijo mío, el género humano, los hijos de Dios, fueron creados sólo para amarle y para amarse los unos a los otros. Mis hijos tienen una gran capacidad de amar, pero niegan a mi hijo y, al hacerlo, pierden las gracias necesarias para crecer.
La humanidad pierde sus gracias y sus bendiciones al no elegir amar a Dios, al no elegir a Dios mismo.
Deja que te liberemos, pues tu corazón está cargado de muchas penas. Ofrece las penas de los corazones de mis hijos al corazón dolorido y sacrificado de mi hijo, para que te quite tus cargas y aligere, con alegría, tu camino.
Debes ofrecernos todo cada día".
'Sí, ahora ofrezco a tu corazón y al corazón de tu hijo, madre, mi corazón que lleva no sólo mis cargas sino las cargas de tus hijos'.
"Hijo mío," nuestro Señor dice ahora, "Busca sólo amarme y tu alegría será colmada. No te preocupes por el mañana, sino vive con alegría este día. Recuerda lo que te dije de confiar sólo en mí".
'Sí, mi Señor, en tu amor, tómame como deseas'.