El Espíritu Santo dice ahora, "Hijo mío, ven a mí y, en mi misericordia, te mostraré el camino cada día para guiarte en el consuelo de mi amor, porque sí, yo soy el consolador. Yo soy la esperanza del cumplimiento de la resurrección. Y en estos días, en preparación para Pentecostés, deseo que me recibas cada día, pidiéndome que te unja, te guíe y sea tu fuerza."

'Sí, Espíritu Santo, úngeme, guíame, sé mi fuerza'.

Ahora estoy teniendo una visión de rosas del cielo, floreciendo en el cielo sobre mí.

El Espíritu Santo continúa diciendo, "Esta es mi esperanza para todos mis hijos, que elijan recibirme cada día, que yo cumpla sus vidas según mi voluntad, la voluntad del Padre que santifica a cada alma según la misericordia y las gracias que desea infundir.

Sí, vuelve cada día tu corazón hacia mí y recíbeme en mi amor. Hijo mío, no temas, no temas porque la misericordia de tu Señor Jesús está contigo.

Sí, somos misericordia, los tres como uno. Somos amor, los tres en uno. Y nuestra voluntad, la misma para toda la humanidad, divina y pura, los tres en uno. Cuando eliges seguir mi voluntad, eliges seguir la voluntad de Jesús y del Padre, nuestro Padre.

Que el amor, el amor de las rosas que derramo sobre ti, siga floreciendo en tu corazón".