Dice ahora Jesús, para explicar la visión de su aparición desde la Cruz el tercer domingo de Cuaresma, con nuestra Madre y María Magdalena, aparecidas y arrodilladas postradas en oración ante Él.
"Hijo mío, llamo a todas las almas a la misericordia de mi amor. Y a ejemplo de mi madre, desea que todos mis hijos vuelvan a mí ofreciéndome sus corazones en el amor, en la fe y por el perdón de los pecados, por su redención al pie de la Cruz.
María Magdalena, también con ella, no me abandonó como algunos de mis otros apóstoles. Sino que ella, habiéndose ofrecido como un puro sacrificio de amor a mi corazón, permaneció fuerte y constante en la fe, para consolarme y amarme con sus lágrimas, como lo hizo primero en casa de Simón, viviendo en un estado de constante arrepentimiento.
Estoy contigo, como ella está contigo, mi madre de amor, para decirte siempre: "Ve a Jesús"".
Jesús, te amo y te doy gracias por todo lo que has hecho por mí, y por la esperanza de toda la humanidad de vivir en paz por tu sacrificio, por tu sangre'.