Nuestra Señora dice, "Mi querido hijo, la pasión de mi hijo, de la que fui testigo a cada paso de su camino de dolores hasta su crucifixión, fue el más tortuoso de todos los dolores que corazón humano alguno haya experimentado. En ella, me ofrecí con él, el cordero del sacrificio, para ser la madre del sacrificio. Haber recorrido este camino con él fue recorrer el camino de la redención de todos mis hijos.
Mi corazón nunca olvidará las verdaderas penas que sólo yo puedo compartir. Porque su sacrificio de misericordia y amor fue tan puro, que dio origen a la salvación para todos los que eligieran amarle.
Te amo, hijo mío. Escucha mi corazón, que clama en estos días de Cuaresma para que las almas se arrepientan y reciban el don de la salvación."