Nuestro querido Señor dice ahora, "Mi querido hijo, gracias por venir a mí en la naturaleza este día, para que pueda revelarte las alegrías de mi corazón y de mi santa misericordia mientras estos ríos fluyen en paz.
Estoy contigo. Yo estoy con vosotros. Mira dentro de estas aguas profundas de mi amor como fluyen en misericordia y fluyen para renovar y traer esperanza dentro del alma. Que la gloria de la luz te hable.
Permítame consolarla y agradecerle que se haya reunido hoy con mi Padre. Fue muy importante para su futura misión permitir que mi madre hablara a través de usted a su corazón, a mi madre, a quien él ama tan entrañablemente.
Alégrate, alégrate de todo lo que te he dado. Y
continúa esta buena obra de amor, ungiendo a las almas con mi misericordia y con mi gran esperanza".