Nuestro Señor dice, "Mi querida niña, es bueno que hayas venido a mí, porque necesitaré que seas una roca de fuerza y fortaleza para aquellos a quienes amas este día.
Diles que los amo y que mantengan sus ojos fijos en la esperanza de mi misericordia, en hacer todo según mi voluntad, según mi ejemplo, no su voluntad o su ejemplo en respuesta a las emociones que tienen a mano, sino que se queden quietos en el trabajo a través de mi esperanza y luego hagan lo que es bueno y correcto, que comprendan como para ser comprendidos, que consuelen como para ser consolados, que amen como para ser amados.
Porque yo soy misericordia y deseo dar misericordia a todos mis hijos. Que su corazón esté en paz, sabiendo y confiando en que yo, el Señor, su Dios, nunca los abandonaré, y mi misericordia es grande para los necesitados. Les daré mi sabiduría en este día para que mantengan la esperanza en la familia y los protegeré a todos. Si escuchan mi grito de misericordia y confían más en mí que en las circunstancias, les ayudaré.
Diles que no tengan miedo, porque yo estoy con ellos".