Gregory: Querida madre, ¿está triste tu hijo Jesús?

María: Sí, hija mía, está triste, porque ve lo que el hombre puede ser pero elige no ser. El hombre fue creado a imagen de Dios, nuestro Padre, que tanto ama a sus hijos. Pero el hombre elige vivir una vida de tristeza y dolor al rechazar el Sagrado Corazón de mi hijo, que se entregó por todos los pecadores. Ningún hombre está libre de pecado. Todos los hombres están llamados a abrir sus corazones al amor de mi hijo, Jesús, pero en su orgullo, se pierde. Mi hijo está triste por la pérdida de almas.

Abre cada día tu corazón al amor de mi hijo y, al hacerlo, él se complacerá en recibirte con un corazón alegre.

Aprende sólo esto, a amar a mi hijo con todo tu corazón, mente, cuerpo y alma. Unifica todo tu ser con el amor de mi hijo, Jesús, pues al hacerlo, encontrarás la alegría que buscas cumpliendo su voluntad.

No es necesario que busques los grandes misterios del universo, pues mi hijo es el creador de todas las cosas y sólo él puede revelar la verdad a tu corazón. Conténtate en la humildad de la fe. Calla en la humildad de su amor. Mi hijo, Jesús, lo sabe todo. Ruega por un corazón silencioso para que él pueda revelarte la sabiduría de la verdad.

Jesús: Siempre estoy contigo, y mi amor brilla en la oscuridad para todas las almas que buscan la luz de la redención. Quédate en paz para servirme. Mantén tus ojos en mí en todo momento. Sé consciente de mi presencia en todo momento, porque al hacerlo, verás la luz en la oscuridad necesaria para derrotar al enemigo. Confía en la belleza de mi amor.