Nuestro Señor dice ahora, "Hijo mío, alégrate en mí y no permitas que el enemigo ponga preocupaciones de miedo en tu corazón porque no serán reales. Son una tentación de Satanás para distraerte de mí".

Sí, Señor mío, lo comprendo. En nombre de tu amor y en nombre de ti que eres Dios, Jesús, pongo mi confianza en ti. El libro de Isaías 64 dice: "Porque desde el principio del mundo, los hombres no han oído ni percibido por el oído, ni el ojo ha visto a ningún Dios fuera de ti, que pides por el que le espera". Oh Señor mío, acógeme entre tus brazos de misericordia y actúa ahora según tu amor".

"Sí, hijo mío, éstas son palabras para confiar y esperar, la esperanza de mi presencia dentro de tu vida. Vuelve tu corazón hacia mí y camina según mi camino que es amor y sólo amor".

Ahora tengo una visión de Jesús apareciendo ante mí. Está vestido con la belleza de su túnica blanca, de pie, majestuoso, con los brazos extendidos hacia mí. Y en la pureza de su amor, me dice, "Ven a mí, hijo mío, camina en humildad, la humildad de amar y confiar y entregarme tu corazón plenamente cada día. Mi corazón llora de alegría por el amor de mi misericordia, por las almas que se arrepienten."

'Sí, Señor mío, te pido perdón por mis pecados y los del mundo entero. Puesto que estas palabras me vienen de ti, lo haré primero, en este momento, di, fortaléceme en tu misericordia y renuévame en tu alegría en este día. Te amo, Señor mío".

"Sí, hijo mío, ven y permíteme consumirte en mi amor".