"Hijo mío, hijo mío, te quiero".
Mi Señor, me gustaría decir que te amo más, pero eso nunca sería posible. Porque tu amor nunca puede ser superado. Y tu abundante alegría es como un río inagotable de amor que fluye como el río Jordán, donde fuiste bautizado y descendió sobre ti la paloma eterna, en la que nuestro Padre dijo: 'Este es mi hijo en quien tengo complacencia'.
Que me bañe en este río de gozosa misericordia un día antes de que termine mi vida, para tu gloria, y un bautismo de paso de la luz para ungir mi alma, para consumir mi alma con tu amor.
Amor mío y Señor mío, gracias y que me alegre de todo lo que has hecho por mí. Que la alegría de tu amor hable de mis labios de todo lo que es bueno por amor a las almas y a mis hermanos. Porque tú dijiste: 'Lo menos que hagas por tu hermano, por mí lo haces'. Vengo a ti para hacer por los demás.
No quiero nada para mí, excepto amarte. Y que se me conozca por la sabiduría, tu sabiduría, que has compartido conmigo para dar a los demás la gran esperanza de tu amor.
Tómame como quieras y que tu misericordia colme hoy mi corazón'.