Nuestro Señor dice, "Es bueno que hayas venido a mí ahora para que pueda abrazarte entre mis brazos y llamarte dentro de mi corazón de paz, para que estés dentro de mí y yo dentro de ti, caminando juntos en el amor de mi misericordia, unidos en la oración y en la esperanza por los demás.
Hay muchas almas que están desanimadas, hijo mío. No conocen su camino ni su senda. Tú estás destinado a estar fuera cumpliendo con tu trabajo. No te preocupes por las cosas aquí. Yo me ocuparé de ellas y deseo que vayas y realices este trabajo en Ecuador que también abrirá muchas puertas para este país.
Escucha mi corazón y los corazones de mi pueblo con gran compasión en la fuerza de mi misericordia para permanecer firmes. No dejes que el enemigo te desanime, sino alégrate. Alégrate hoy en mi amor y en todo lo que te he dado, hijo mío. La misericordia de mi Cruz brilla para siempre y, en este momento, dentro de tu corazón".
'Oh Espíritu Santo, hazme audaz y valiente para permanecer en la oración y en el servicio con gran amor por las esperanzas, los sueños, la salvación de mis hermanos y hermanas'.