"Hijo mío, escucha mi corazón porque lo más importante es que desees amar y estar con mi hijo eternamente".
Madre, rezo para dar amor como él me ha dado amor, para ser misericordioso, como él me ha mostrado misericordia, para ser amable y compasivo, como él me ha mostrado tanta amabilidad y compasión.
Madre. . .'
"Hijo mío, estate en paz y deja que tu corazón se aquiete. Descansa ahora en el amor de Jesús. Abrázalo desde sus brazos y ámalo como Él desea.
No pongas tu atención en las distracciones del mundo, sino en mí y en la esperanza de mi santo amor que te guiará".
Sí, sí.
"Ven, hijo mío, toma mi mano y alégrate".
'Madre, en un momento de estar en presencia de tu amor, me conduces a la alegría del amor de tu hijo que colma mi corazón y me concede la santa paz de su misericordia'.
"No temas, sino confía en él, en el plan que tiene para tu vida.
Sí, hijo mío, sí, encuentra tu fuerza en mi hijo, Jesús. Busca tu esperanza en él".
Lo haré, madre.
"Descansa ahora, hijo mío. Lo más importante es que dondequiera que estés y dondequiera que te llame a estar es que estés con él. Recuerda permanecer y estar sólo con él. Ámalo con todo tu corazón, mente, cuerpo y alma.
Y reza para que el Espíritu Santo te guíe. Reza, reza, reza por el Espíritu de Amor dentro de ti".